jueves, 21 de abril de 2016

El porque vuelan los aviones.

¿Por que los aviones vuelan?


La respuesta más sencilla sería 

decir que los aviones vuelan 

porque están diseñados para 

volar. De la misma manera que un 

barco transatlántico, de más de 

100.000 toneladas, tiene una 

determinada forma y diseño 

interior que le permite mantenerse a flote, un avión tiene una forma que le permite mantenerse en el aire. No se trata de algo mágico. Lo raro y mágico sería que los aviones no pudiesen volar teniendo la forma que tienen. La clave de su forma está en las alas y en el diseño que éstas tienen. 

Tanta capacidad tiene el aire en movimiento?

De alguna forma se tiende a menospreciar la capacidad del aire. Es cierto que si tiramos una piedra al suelo parece como si hubiese un vacío, nada frena a la piedra. Lo mismo ocurre si levantamos la mano estirando el brazo y lo dejamos caer. Parece que el aire no está por la labor de evitar que los objetos caigan al suelo. Pero todos hemos comprobado lo difícil que resulta andar cuando hace bastante viento, hemos visto imágenes de los devastadores efectos de los tornados siendo capaces de levantar coches, camiones o incluso casas y, alguna vez, hemos sacado nuestra mano por la ventanilla del coche para “jugar” a mantenerla en el aire gracias a la velocidad del vehículo.

¿CÓMO GENERAN LAS ALAS SUSTENTACIÓN?

Por que vuelan los aviones: mano sacada ventana
¿Por qué vuelan los aviones? Por el mismo motivo que la mano se mantiene en el aire: el flujo de aire. (Foto: TijanaM/shutterstock)
Siguiendo con el ejemplo anterior, uno puede comprobar cómo nos resulta más fácil mantener nuestra mano suspendida en el aire cuanto mayor sea la velocidad del vehículo. Con las alas de un avión ocurre lo mismo: cuanto mayor sea la velocidad del avión respecto al aire, mayor es la fuerza de sustentación. Por este motivo, para despegar, los aviones necesiten una pista en donde poder acelerar hasta alcanzar una determinada velocidad.
También podemos comprobar cómo variando la inclinación de nuestra mano podemos actuar sobre la fuerza que la eleva. Lo mismo ocurre con las alas de los aviones, y esa  inclinación es conocida como el ángulo de ataque. Para variar el ángulo de ataque se hace rotar todo el avión, subiendo o bajando el morro, gracias a unas superficies de control situadas en la cola: es lo que se hace en el despegue al alcanzar la velocidad de “rotación”.
Conseguir sustentación no es complicado. Lo complicado es conseguirlo de manera eficiente, que permita elevar pesos considerables sin generar mucha resistencia que nos frene. Nuestras manos no tienen la forma ideal. Sin embargo, las alas de los aviones tienen un diseño muy estudiado para lograr una gran eficiencia. Una característica muy importante en el diseño de las alas es la forma del llamado perfil alar, que consiste en una sección transversal del ala vista desde un lateral. El perfil alar no es algo fijo, dependerá de las características del avión y según el uso que se le vaya a dar (acrobacia, transporte de pasajeros, combate, recreación, etc), pero suele haber una característica común: la parte delantera (borde de ataque) redondeada y su zona opuesta (borde de salida) más afilada.
(a) ángulo de ataque pequeño (b) ángulo de ataque grande
(Foto: How do wings work / Holger Babinsky)
Para entender mejor lo que ocurre en el ala de un avión, lo mejor que podemos hacer es cambiar nuestro sistema de referencia e imaginarnos un perfil alar fijo y una corriente de aire que se desplaza de izquierda a derecha incidiendo sobre él (al fin y al cabo, lo importante es el viento relativo). Esto es lo que se realiza en los túneles de viento y, añadiendo un poco de humo en distintos puntos, podemos apreciar lo siguiente:
El flujo de aire se divide tomando dos caminos, uno que pasa por encima del perfil alar y otro por debajo. La forma y la inclinación del perfil alar respecto a la corriente de aire (ángulo de ataque) consiguen que los dos caminos no sean simétricos, que las partículas de aire tomen trayectorias curvas, que varíen su velocidad y que aparezca una distribución de presiones peculiar. En concreto, debajo del perfil alar la presión aumenta y las partículas de aire se ven frenadas, y por encima del perfil la presión disminuye y las partículas aceleran. Esta diferencia de presiones entre los dos lados, más presión abajo y menor presión arriba, crea un desequilibrio que da lugar a una fuerza hacia arriba que llamamos sustentación.

miércoles, 13 de abril de 2016

      Tipos de suelo

Rocas platónicas o ígneas: se forman cuando el magma solidifica en el interior de la Tierra. Como en el interior las temperaturas en elevadas, el enfriamiento de los magmas es muy lento. En estas condiciones los minerales disponen de mucho tiempo para crecer, por lo que estas rocas presentan cristales relativamente grandes (se ven bien a simple vista). Los tipos de rocas platónicas más habituales son dos:

Los granitos son las rocas platónicas más comunes. Están compuestos por una mezcla de los minerales: Cuarzo, feldespato y micas.

Las rocas sedimentarias: son rocas que se forman por acumulación de sedimentos, los cuales son partículas de diversos tamaños que son transportadas por el agua, el hielo o el aire, y son sometidas a procesos físicos y químicos (diagénesis), que dan lugar a materiales consolidados. Las rocas sedimentarias pueden formarse a las orillas de los ríos, en el fondo de barrancos, valles, lagos, mares, y en las desembocaduras de los ríos. Se hallan dispuestas formando capas o estratos.
Hay diferentes tipos de rocas sedimentarias:

ÍGNEAS: formadas a partir del enfriamiento de rocas fundidas (magmas). Los magmas pueden enfriar de manera rápida en la superficie de la Tierra mediante la actividad volcánica o rocas llamadas platónicas.

METAMÓRFICASformadas a partir de otras rocas que, sin llegar a fundirse, han estado sometidas a grandes presiones y temperaturas y se han transformado.
SEDIMENTARIASformadas en zonas superficiales de la corteza terrestre a partir de materiales que se depositan formando capas o estratos. Son detríticas si se originan a partir de trozos de otras rocas. Químicas orgánicas si se forman a partir de precipitación de compuestos químicos o acumulación de restos de seres vivos.

LAS CAPAS DE LA ATMOSFERA.


Podemos dividir la atmosfera en 5 capas: troposfera, estratosfera, mesosfera, termosfera y exosfera.
TROPOSFERA
La troposfera es la capa inferior (más próxima a la superficie terrestre) de la atmósfera de la Tierra. A medida que se sube, disminuye la temperatura en la troposfera.
En la troposfera suceden los fenómenos atmosféricos.
ESTRATOSFERA
La estratosfera es la segunda capa de la atmósfera de la Tierra. A medida que se sube, la temperatura en la estratosfera aumenta.
El ozono provoca que la temperatura suba ya que absorbe la luz peligrosa del sol y la convierte en calor.
La estratosfera está por encima de la troposfera.
MESOSFERA
La mesosfera es la tercera capa de la atmósfera de la Tierra. La temperatura disminuye a medida que se sube, como sucede en la troposfera. Puede llegar a ser hasta de -90° C. ¡Es la zona más fría de la atmósfera!
La mesosfera empieza después de la estratosfera. A veces, se puede distinguir la mesosfera en la orilla de un planeta (como la banda azul en extremo derecho de la fotografía).
TERMOSFERA
La termosfera es la cuarta capa de la atmósfera de la Tierra. Se encuentra arriba de la mesosfera.
A esta altura, el aire es muy tenue y la temperatura cambia con la actividad solar. Si el sol está activo, las temperaturas en la termosfera pueden llegar a 1,500° C y ¡hasta más altas!
La termosfera de la Tierra también incluye la región llamada ionosfera.
EXOSFERA
La última capa de la atmósfera de la Tierra es la exosfera.
Esta es el área donde los átomos se escapan hacia el espacio.

Tipos de suelo.

Si la composición del suelo afecta o no a las características sensoriales del vino final es un extenso debate no falto de polémica.
Que un terreno sea arenoso, pizarroso, granítico o arcilloso no es una peculiaridad que por sí sola pueda describir a un vino, aunque es cierto que tiene una importante influencia. En este post hemos querido recoger algunos de los tipos de suelos más comunes en nuestro entorno vinícola y su incidencia en el vino:
Suelos arenosos: Se suele conseguir una maduración más rápida. Los vinos resultan muy aromáticos pero con una carga tánica algo menor  (son menos estructurados en boca).
Suelos arcillosos: Presentan más capacidad para retener nutrientes y agua. Ofrecen vinos elegantes, con estructura, ya que los ciclos de maduración son más largos y se consigue una mayor carga de polifenoles durante la maduración.
Suelos graníticos: Los vinos que proceden de este tipo de suelo presentan aromas minerales, ligeros toques salinos y una buena acidez.
vinedo
Suelos pizarrosos: Son suelos pobres, con poca materia orgánica, característicos por expresar en los vinos aromas minerales. En el Priorato (Cataluña) llaman ‘llicorella’ a la desintegración de la pizarra en forma de láminas.
Suelos calizos: El resultado son vinos de buen contenido alcohólico,  con baja acidez y de una muy buena calidad. Por contra, el exceso de caliza y un patrón mal escogido puede causar desequilibrios importantes para el correcto desarrollo de la planta.