miércoles, 13 de abril de 2016

Tipos de suelo.

Si la composición del suelo afecta o no a las características sensoriales del vino final es un extenso debate no falto de polémica.
Que un terreno sea arenoso, pizarroso, granítico o arcilloso no es una peculiaridad que por sí sola pueda describir a un vino, aunque es cierto que tiene una importante influencia. En este post hemos querido recoger algunos de los tipos de suelos más comunes en nuestro entorno vinícola y su incidencia en el vino:
Suelos arenosos: Se suele conseguir una maduración más rápida. Los vinos resultan muy aromáticos pero con una carga tánica algo menor  (son menos estructurados en boca).
Suelos arcillosos: Presentan más capacidad para retener nutrientes y agua. Ofrecen vinos elegantes, con estructura, ya que los ciclos de maduración son más largos y se consigue una mayor carga de polifenoles durante la maduración.
Suelos graníticos: Los vinos que proceden de este tipo de suelo presentan aromas minerales, ligeros toques salinos y una buena acidez.
vinedo
Suelos pizarrosos: Son suelos pobres, con poca materia orgánica, característicos por expresar en los vinos aromas minerales. En el Priorato (Cataluña) llaman ‘llicorella’ a la desintegración de la pizarra en forma de láminas.
Suelos calizos: El resultado son vinos de buen contenido alcohólico,  con baja acidez y de una muy buena calidad. Por contra, el exceso de caliza y un patrón mal escogido puede causar desequilibrios importantes para el correcto desarrollo de la planta.

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